PONENCIA: "La experiencia de las mujeres refugiadas guatemaltecas"
Vicenta Matías Calmo
Asociación Nacional de Mujeres IXMUCACNÉ
Parte 1: LAS CAUSAS DE LA HUIDA AL REFUGIO
Un poco de historia-
En Guatemala, al igual que en el resto de Latinoamérica, la guerra y militarización contra los pueblos comenzó hace más de 500 años, cuando llegaron los españoles. Desde entonces, unos pocos se fueron apoderando de nuestra tierra y de nuestros conocimientos. A muchas mujeres las hicieron esclavas y abusaron de sus cuerpos.
Durante la Colonia, la situación se empeoró ya que se legalizó la explotación de la mano de obra indígena, la expropiación de las tierras y la imposición cultural.
Después, con la independencia de la corona española y el nacimiento de la República Guatemalteca, la situación para los sectores pobres, los indígenas y las mujeres. La explotación y explotación por medio del trabajo forzado, siguió siendo la forma principal en que los grandes terratenientes se enriquecieron y gobernaron nuestro país. El ejército surge en este tiempo como la forma de control del país y se transforma en el principal elemento para mantener el sistema dominante, ya que nuestro país ha sido gobernando en casi toda su historia, por dictaduras militares al servicio de los grandes ricos.
Cuando en el gobierno de la revolución de 1944 a 1954 comenzó a hacer cambios que beneficiarán a las grandes mayorías de nuestro pueblo, se desató la intervención Estados Unidos apoyando a los grandes ricos del país y destituyendo al presidente Jacobo Arbenz. Después de esto, volvieron las dictaduras militares, la represión contra el pueblo y el cierre de los espacios de participación política. La militarización invadió la sociedad guatemalteca en todos los aspectos de la vida: educación, salud, participación y representación, cultura, relaciones familiares, relaciones comunitarias, entre otras. Las organizaciones políticas existentes fueron ilegalizadas y pasaron a la clandestinidad.
La gente se cansó y la situación se puso cada vez más difícil. Debido a esto, en el año 1962 surge la primera guerrilla guatemalteca (Fuerzas Armadas Rebeldes – FAR) en el departamento de Zacapa, que más tarde fue casi exterminada por el ejército. Y como la situación no cambiaba, sobrevivientes de la guerrilla se reorganizaron en el norte y sur del país y más tarde a partir de 1975 comienzan a surgir otras dos organizaciones guerrilleras en el altiplano y occidente del país (Ejército Guerrillero de los Pobres – EGP y Organización del Pueblo en Armas – ORPA)
Al mismo tiempo, comenzaron a surgir muchas organizaciones populares en donde participaban hombres y mujeres del campo, de las fábricas, de los asentamientos, de los barrios pobres, estudiantes, religiosos y personas ligadas a la iglesia. Luchaban por mejorar su vida y por cambiar las injusticias que se vivían en el país.
Lo que nos empujó al refugio-
Con la situación que se vivía en Guatemala a principios de los años 80, la lucha social y guerrillera comenzó a ser cada vez más fuerte. Frente a esto la militarización gubernamental creció y comenzaron a desatarse la represión más enfurecida de la historia de nuestro país.
El ejército comenzó a atacar al pueblo que se organizaba y no hacían diferencia entre la guerrilla y la población civil. Así fue como llegó la guerra a las comunidades y el ejército trató como enemigo a la población civil, indígena y campesina.
A partir del año 1981, los gobiernos militares endurecieron la represión en el campo porque consideraban que las comunidades indígenas y campesinas pobres eran las bases de la guerrilla y llevaron a cabo las masacres en comunidades rurales, que según el Informe de Esclarecimiento Histórico sumaron 626, de las cuales más de 400 ocurrieron entre los años 81 y 84 (con la responsabilidad den 93% ejército, 3% guerrilla y 4% desconocidos)
En algunas comunidades el ejército mató a todas las personas incluyendo mujeres, ancianos y niños y niñas. En otras mataban a los hombres adultos y jóvenes delante de sus esposas, hijos e hijas, hermanas o madres; a otros se los llevaban y jamás volvían a su comunidad. También golpeaban a las mujeres, las golpeaban, violaban y mataban; quemaban las casas y las cosechas.
Ante todo este horror, a muchas personas sobrevivientes de comunidades masacradas o amenazadas con ser atacadas, no nos quedó otra opción que huir. Cuando partimos, dejamos nuestras tierras, casas, animales, trastos, las tumbas de nuestros antepasados: es decir toda nuestra vida y cultura. Además por el miedo que sentíamos y la prisa en la huída, salíamos sin nuestros papeles de identificación, sobre la propiedad de nuestra tierra, las partidas de nacimiento de nuestros hijos e hijas.
Cuando salimos de nuestras comunidades no teníamos muy claro a donde ir, nosotros decidimos salir a la frontera con México y a tratar de cruzar a territorio mexicanos para huir del ejército guatemalteco. Otras personas se fueron a otros lugares de Guatemala donde no los conocían y se convirtieron en desplazados internos. Otras familias decidieron esconderse en la montaña o en la Sierra del Lacandón dando origen a las comunidades populares en Resistencia, conocidas como CPR en nuestro país.
Parte 2: EL REFUGIO EN MÉXICO
Fue difícil llegar al refugio, algunas personas llegaron directo a Chiapas, otras se escondieron en la selva más de un año y luego llegaron a México. Todas las personas, incluyendo hombres, mujeres y niños íbamos muy afectados por la violencia, no solamente en lo físico, sino también en nuestra mente. Llegamos sin nada, sólo con lo puesto, tuvimos que empezar de cero.
Mientras estábamos asentándonos en la frontera de Chiapas, varias veces el ejército guatemalteco cruzó la frontera y nos atacó dando muerte a algunos compañeros, debido a esto cada vez más fuimos internándonos en territorio mexicano cerca de las aldeas o comunidades mexicanas. Al principio pensamos que íbamos a estar un tiempo corto en el refugio y que la situación en Guatemala iba a mejorar para que pudiéramos retornar a nuestros hogares. Sin embargo no fue así, el refugio duró 14 años.
En los primeros años, no contamos con el reconocimiento de nuestra calidad de refugiados y éramos maltratados en México, pero pronto la gente de la comunidades mexicanas comenzaron a ayudarnos y fue la solidaridad más importante que se mantuvo durante todos los años del refugio.
En el año 1984, el gobierno mexicano obligó a que 18 mil refugiados y refugiadas nos trasladarnos a los Estados de Campeche y Quintana Roo, esto generó mucho miedo e inseguridad pues no se sabía a donde nos llevaban a vivir. Las 22 mil personas restantes se quedaron en Chiapas más lejos de la frontera o volvieron a Guatemala sin ninguna garantía por sus vidas y sin tener el hogar que habían dejado en la huída. En este tiempo, y para presionar al traslado, el ejército mexicano le prendió fuego a las casas del campamento Puerto Rico, utilizando las mismas formas de represión que el ejército guatemalteco.
La situación de vida en el refugio era muy dura y seguíamos viviendo la militarización a pesar de que habíamos huido de nuestro país para evitarla. En los campamentos el gobierno y el ejército mexicano tenía el control de nuestros movimientos y al principio ni siquiera podíamos salir fuera de él... era como una prisión o campo de concentración. A partir de que el gobierno mexicano y ACNUR reconocen nuestra situación de refugiados es que podemos empezar a tener algunas libertades y salir a buscar trabajo fuera del campamento.
Para las mujeres la situación era aún más difícil, ya que escaseaba el agua, la leña y la comida, nuestros hijos e hijas se enfermaban, las mujeres que tenían partos arriesgaban su vida y las y los ancianos morían sin que pudiéramos hacer mucho.
A partir de estas dificultades las mujeres comenzamos a organizarnos y nacen tres organizaciones de mujeres en el refugio: Madre tierra, Mama Maquín e Ixmucané. Estas organizaciones comienzan a buscar la participación de las mujeres no sólo en la vida del campamento, sino también en las decisiones que se comenzaban a tomar para la negociación de los refugiados a Guatemala.
En el caso de Ixmucané comenzamos a trabajar con las demás mujeres para que perdieran el miedo a hablar, conocieran sus derechos, aprendieran como organizarse, aprendieran a leer y escribir. De esta forma, fuimos cada vez más tomando conciencia del papel que teníamos las mujeres dentro de la lucha por el retorno con condiciones de equidad.
Parte 3: EL PROCESO DE NEGOCIACIÓN DEL RETORNO
Cuando en el año 1989, comienza a hablarse más fuertemente del retorno, las mujeres decidimos organizarnos de mejor forma y presionar para ser parte de todo el proceso de negociación del retorno. Toda la experiencia organizativa que habíamos comenzado a tener en el refugio, nos sirvió para fortalecer nuestra posición y exigir el derecho a la participación como mujeres en lo que se estaba negociando y tomar nuestras propias decisiones.
El proceso de negociación del retorno no fue sencillo, tardó muchos años y es hasta el 8 de octubre de 1993 cuando se lograron firmar los históricos Acuerdos para el retorno de las y los refugiados y es hasta 1999 en donde regresan a Guatemala los últimos grupos de refugiados y refugiadas.
El gobierno de Guatemala seguía manteniendo su posición de que las y los refugiados éramos guerrilleros a pesar de la firma de los acuerdos del 8 de octubre y es través de la presión de las organizaciones agrupadas en las CC.PP. (Comisiones Permanentes) que se logró quebrar la posición del gobierno y obligarlo a reconocernos como población civil refugiada producto de la represión en el marco del Conflicto Armado Interno.
La negociación más difícil era en torno a la tierra apropiada para que los diferentes grupos de refugiados pudieran volver a Guatemala, dentro de eso para las mujeres la lucha más importante era lograr ser copropietarias de la tierra, porque eso nos garantizaría una mejor posición y condición de vida, así como tener igualdad de decisión sobre ella, en beneficio de nuestras hijas e hijos.
Ya estando en Guatemala, la situación de quienes habíamos sido refugiados comenzó a cambiar drásticamente sobre todo para las mujeres y los jóvenes o niños y niñas que crecieron nacieron en México.
En el caso de las mujeres, perdimos mucha capacidad organizativa y muchos esposos empezaron a impedir la participación de la mujer, así como quedó anulado nuestro derecho a la tierra dentro de las cooperativas, ya que se consideraba como socios sólo a los hombres y en el caso de las mujeres viudas o sin marido eran socias pero debían trabajar tan fuerte como los hombres aparte del demás trabajo doméstico y comunitario que debían realizar.
Para los jóvenes niños y niñas se dio un fuerte rompimiento cultural, ya que habían crecido en otras condiciones y en otra cultura en México y volver a Guatemala les representó un drástico cambio. Muchos jóvenes hombres y mujeres después de unos años han regresado a México a buscar su propio camino con otros familiares que ya no regresaron a Guatemala.
Parte 4: LAS LECCIONES APRENDIDAS EN EL REFUGIO EN LA LUCHA CONTRA LA MILITARIACIÓN
El refugio es una experiencia que ha marcado a todas las personas que lo vivimos. La violencia vivida, la huída, las dificultades que enfrentamos para asentarnos en el refugio, el permanecer 14 años fuera de nuestro país, el retorno a un lugar diferente del que habíamos salido de Guatemala, la reconstrucción de nuestra vida y la búsqueda de familiares perdidos, han sido algunas de las cosas que nos ha tocado enfrentar y tratar de superar. En este sentido, y como mujeres, consideramos que los principales aprendizajes los podemos resumir en:
- La importancia de la organización frente a la militarización, en donde todas y todos los actores de la comunidad deben participar y ser protagonistas. Nadie debe quedar fuera todas y todos debemos construir alternativas para una vida sin violencia y erradicar la militarización de nuestra sociedad.
- Entender que la militarización es una forma en que se expresa el abuso del poder y la forma principal que han utilizado los grupos poderosos para mantenerse en el poder.
- También debemos tener la claridad que la militarización es un mal histórico en nuestro país y que comienza desde la conquista y se ha ido dando de diferentes formas hasta la actualidad, y que se ha hecho más fuerte en los años de las dictaduras militares impuestas por los poderes económicos y avaladas por Estados Unidos.
- Pensamos que la militarización sigue dándose en nuestro país, porque los Acuerdos de Paz no se han cumplido, ya que estos si plantean la construcción de una sociedad democrática, con justicia social, en donde el poder civil esté sobre el militar.
- Los efectos de la militarización, la represión, el sufrimiento recaen muchas veces con mayor fuerza en las mujeres, pues, muchas nos tuvimos que hacer cargo de nuestras familias, tanto hijos como padre, madre o abuelos. También sufrimos no sólo la represión normal, sino también las violaciones, abusos y acoso.
- En el refugio enfrentamos grandes problemas de unidad que afectaron muchas veces los planes que estábamos trabajando y las mujeres fuimos parte de esa desunión. Es por eso que aprendimos la necesidad de trabajar unidas, no sólo entre nosotras, sino también en unidad con las diferentes organizaciones de nuestras comunidades.
- Hemos aprendido y vivido la solidaridad en medio de las penas, ayuda mutua entre familias, entre las mujeres. Hemos aprendido a valorar la solidaridad como una forma de hacer frente a la muerte y el miedo. Del mismo modo aprendimos que en los difíciles momentos que vivimos la solidaridad viene de los pueblos hermanos, como en el caso de México, y no desde los gobiernos.
- El retorno organizado al país representa una nueva etapa de lucha, tanto a nivel de construir un futuro digno para nosotras, nuestras familias y nuestras comunidades, así como para aportar a las luchas de cambios más grandes en nuestro país que permitan terminar con los problemas que dieron origen a la guerra.
- Mayor conciencia de lucha por conocer la realidad más allá de la propia comunidad, pues, entendimos la realidad de nuestro país y eso nos hizo tener una visión de país diferente en el que queremos vivir. Creemos que otra Guatemala es posible.
- También aprendimos que la cooperación internacional es importante en este tipo de procesos, pero que ella también responde a intereses que van más allá de las personas que trabajan en estas instituciones y que tienen que ver con la forma en que se reparten, el poder sobre el mundo, los países más poderosos.
Parte 5: LA SITUACIÓN ACTUAL DE LAS MUJERES RETORNADAS FRENTE A LA LAS POLÍTICAS NEOLIBERALES
La situación actual de las mujeres retornadas del refugio debe entenderse dentro de la realidad que viven todas las mujeres rurales en nuestro país, a pesar de que nuestra experiencia de vida ha sido diferentes, la realidad económica, política y social que vivimos ahora no distingue esas diferencias.
La realidad continental se caracteriza por la hegemonía directa de los Estados Unidos, que en el contexto mundial actual ha llegado a abarcar todo el planeta.
Este papel hegemónico se manifiesta en medio de una mundialización económica, cuyo contenido esencial es neoliberal y que se caracteriza por la globalización de los mercados en beneficio del capital transnacional, principalmente financiero y en perjuicio de todos los pueblos del mundo, incluyendo los propios de los países desarrollados.
Dicho contexto universal y continental determina todos los procesos económicos, sociales y políticos y, para la región centroamericana, y por supuesto para Guatemala. El Acuerdo de Libre Mercado Para las Américas (ALCA) y el Plan Puebla Panamá se convierten en la amenazas más fuerte para nuestro país.
Dentro de ese contexto la realidad de las mujeres se vuelve aún más dura, pues a todos los problemas históricos que ya tenemos como la discriminación, la exclusión social, económica y política, la violencia, el maltrato, la explotación: se suman todas las amenazas que representan estos grandes planes económicos.
Muchas de nuestras comunidades de población retornada en la actualidad están en peligro frente a los planes de construcción de represas hidroeléctricas, dentro del Plan Puebla Panamá. Por otra parte, las iniciativas que contempla dicho plan afectaría la totalidad de la vida de las comunidades, tanto en lo económico y social, sino también en lo cultural. Ye n este sentido, nosotras como mujeres retornadas creemos que las mujeres seremos las más afectadas con nuevas migraciones, explotación de nuestra mano de obra barata, pérdida de la cultura, entre otras.