DIA INTERNACIONAL DE LA "MUJER REVOLUCIONARIA"
EN CHIAPAS
Inés Castro Apreza, SCLC, Chiapas, 8 de marzo. El día de hoy, miles de mujeres y hombres indígenas, campesinas y mestizas provenientes de diferentes municipios y Aguascalientes del estado de Chiapas, se dieron cita para celebrar el Dia Internacional de la Mujer Revolucionaria en la ciudad de San Cristóbal de las Casas. Tal es, en efecto, la nueva forma de denominar este día por parte de las mujeres bases de apoyo zapatistas: día de la mujer revolucionaria, quizá para diferenciarse de la movilización femenina priísta que ha tenido lugar en Chiapas en diferentes momentos.
Esta es la segunda gran marcha encabezada por mujeres bases de apoyo zapatistas en la ciudad de San Cristóbal de las Casas, y la primera convocada por mujeres integrantes de la sociedad civil para apoyar a aquéllas. Mujeres de barrios y colonias populares, de la Coordinadora de los Altos por la Consulta Zapatista -organizadoras de este gran evento- más algunas miembras de organismos no gubernamentales constituyen parte de eso que, bien o mal, en Chiapas se ha dado en llamar "sociedad civil". Todas ellas, vale añadirlo, han hecho logística y materialmente posible este novedoso encuentro.
A las 8:00 de la mañana empezaron a juntarse los contingentes de mujeres y hombres para preparar las mantas y consignas que gritarían más tarde. Y una vez que la marcha diera comienzo, a las dos horas, podía apreciarse mejor en perspectiva la nutrida participación de tales contingentes que caminarían con el ánimo en alto y la esperanza viva y a contracorriente de insultos, lástimas y menosprecios de la sociedad coleta.
"¿Y qué hacen estas personas aquí? Mira, pobrecitos niños no han comido. ¿Dónde van a comer todas estas mujeres, pobrecitas?", "¡Indios y extrajeros nos han llenado la ciudad!", "¡Esos no son de aquí!", "Ahí va la mentada fulana", "¿Esa? ¿Esa es la mentada fulana?", decían, cuchicheando o vociferando sin ambages. Hasta una mujer indígena tuvo que ser llevada al hospital al ponerse en mal estado de salud porque, explicó, un hombre le había inyectado algo en el cuerpo repentinamente.
Y la marcha siguió.
Arribaron los grupos a la Plaza de la Catedral -una vez llamada Plaza de la Resistencia, cuyo simbólico templete fue destruido por allegados del Presidente Municipal priísta de la ciudad- y empezó el mitin. Entonces, varias mujeres y algún hombre, todas ellas indígenas y campesinas, dieron su palabra apropiándose de algunos derechos básicos estipulados en la Constitución Política para todo ciudadano mexicano, pero no ejercido necesariamente por muchas y muchos. El derecho a participar, el derecho a la libertad de expresión, el derecho a manifestarse, el derecho a tomar las calles y las plazas públicas de Ciudad Real porque ésta no pertenece sólo a los "distinguidos", el derecho a conducir una concentración de personas, el derecho a hacerlo en su propio idioma.
Y quizá sea el hecho de manifestarse -con consignas, mantas y discursos- predominantemente en español, lo que hace menos fuerte y profundo este encuentro para mujeres y hombres indígenas. ¿Se imagina a sí misma la mestiza en una marcha o cualquier evento realizado en alguno de los idiomas aborígenes sin poder entender ni la mitad de lo que ahí se dice? Y, sin embargo, también es cierto que el español une las voces de estas mujeres para ser escuchadas a nivel estatal, nacional e internacional. De paradojas está llena la historia, claro.
Y es así como finalmente cobran vida palabras como "Vivan las mujeres nacionales e internacionales", "Viva el Dia Internacional de la Mujer Revolucionaria", "Ajo, tomate y cebolla, Labastida terminará en la olla", "Si quieres tu tortilla, si quieres tu frijol, hazte zapatista y deja de tomar alcohol".
Así es como ellas están forjando paso a paso el sincretismo de su propia cultura política; el nacimiento de una sociedad distinta, vale decir.