Discurso de Pablo Salazar
en su toma de posesión como nuevo
Gobernador de Chiapas
Tuxtla Gutiérrez, Chiapas a 8 de diciembre de 2000

Chiapanecos y Chiapanecas

A todas y todos los Presentes.

Llegó la hora para la cual todos nos estuvimos preparando. El reloj está en marcha: con este acto republicano el tiempo de gobernar ha comenzado. Hoy la voluntad de los chiapanecos de cambiar su destino ha tomado posesión y se asume como gobierno.

Por ningún motivo olvidaremos que llegamos hasta aquí por el camino de la unidad, expresado en una alianza repleta de anhelos y de esperanza.

El camino que nos trajo hasta aquí se seguirá ensanchando por una mayor participación, vamos a seguir transitando por él día a día hasta completar, plenos, los seis años de gobierno que compartiremos.

Hemos trabajado juntos y armonía, con espíritu tolerante e incluyente. Seguir haciéndolo es imprescindible, por que los motivos que ayer nos unieron no sólo están vigentes, si no que se han multiplicado. La magnitud de los retos y de los diversos que enfrentaremos nos advierten que la unión para nosotros no es opcional, necesitamos con urgencia la conformación de un nuevo bloque histórico que trascienda lo electoral y que incorpore a toda la sociedad chiapaneca.

Por eso, en esta hora de los comienzos, convoco a todos, chiapanecas y Chiapanecos, a integrar una nueva unión, por que se que entre más unidos estemos, mejor lograremos gobernar y seremos de verdad lo que tanta falta nos hace: un gobierno de todos y con todos.

Asumo hoy el cargo de Gobernador constitucional del Estado de Chiapas. Me enorgullece enormemente poder servir desde esta responsabilidad a mí pueblo. Cumpliré con toda diligencia, pasión y entrega la encomienda que se me ha dado.

El 20 de agosto los ciudadanos fueron a las urnas y votaron por el cambio. El mandato es claro. El nuevo gobierno lo acatará sin el menos asomo de duda.

La transición iniciará en el propio gobierno. A partir de hoy el poder se ejercerá institucionalmente, con sentido ético, hablando con la verdad, escuchando a la gente y rindiendo puntual cuenta con de todos los actos gubernamentales.

El poder se ejercerá a favor de los que nunca lo han tenido, será para los que siempre lo han padecido. El poder en Chiapas se utilizará para hacer justicia y para gobernar con equidad.

El Gobierno de Chiapas será desde ahora uno con todos. No será más representante ni vocero de nadie en contra de los intereses de su pueblo. No volverá a ser un instrumento para ser utilizado contra la gente.

El 20 de agosto la ciudadanía también votó por cambiar la forma en que trabaja el titular del poder ejecutivo del estado.

Seré por tanto un gobernador al que verán trabajando la mayor parte del tiempo fuera del Palacio de Gobierno. Seré un gobernador que no obligará a sus funcionarios a colgar en sus oficinas su fotografía, ni que induzca a sus colaboradores a que rindan culto a su personalidad. Todas esas practicas serán erradicadas para siempre.

El gobierno del estado funcionará como un gran equipo de trabajo. Los secretarios de despacho se reunirán con regularidad con un gabinete que tendrá un funcionamiento colegiado y la gubernatura del estado funcionará como una instancia de coordinación de esfuerzos de todo el gobierno. A partir de hoy será un gobierno de y para el trabajo.

La nueva administración tendrá un nuevo diseño institucional con el objeto de modernizar y ajustar la administración pública a la nueva situación que vive el estado.

El propósito esencial de este cambio es el de acelerar el desarrollo social y económico del estado de manera equilibrada, equitativa y sostenido, sobre una infraestructura moderna y duradera. El nuevo andamiaje administrativo que hemos propuesto crear buscará mejorar la calidad de los servicios que ofrece el gobierno, incrementar la efectividad de sus acciones y darles transparencia, permitir un mejor manejo y distribución en el uso de los recursos públicos, abrir los espacios que permitan mayor participación ciudadana y difundir sus acciones y logros.

Para ello, impulsaremos un programa de profecionalización y capacitación de servidores públicos, pondremos especial atención a la planeación estratégica, elaboraremos un plan de desarrollo integral, incluyente y de largo plazo, y seremos muy rigurosos en la evaluación y el control del trabajo y en el rendimiento de los funcionarios.

Hace dos días di a conocer la integración de mi gabinete. Es sobre todo un equipo de mujeres y de hombres que reflejan la nueva y rica pluralidad de la sociedad y del gobierno de Chiapas.

A todos ellos les recuerdo que los ciudadanos votaron con la esperanza de contar por fin con un gobierno honrado. Ese es y será un conflicto ineludible de mi administración. No lo olviden.

A pesar de la riqueza de su gente y de sus enormes recursos naturales, Chiapas es el estado con menor grado de desarrollo del país.

La situación a la que hemos llegado no se puede explicar solamente por las condiciones sociales, políticas y económicas internas del estado.

Y no es que los Chiapanecos ahora queramos eludir la responsabilidad que nos corresponde. Por supuesto que el atraso en el que nos encontramos en alguna medida se debe a la errónea dirección que los gobiernos estatales le dieron al rumbo de la entidad. También estamos conscientes de la honestidad de la mayoría de los gobernantes han truncado muchos de los sueños y posibilidades de desarrollo.

Chiapas siempre fue frontera o confín, es decir, el sitio más lejano o más apartado del territorio. Cuando formamos parte de Centroamérica, fuimos los olvidados del norte. Y desde que decidimos ser mexicanos hemos sido los olvidados del sur.

Crear pues las condiciones para un desarrollo sostenible y sustentable del estado de Chiapas, y con el de todo el sureste, es un asunto de políticas públicas cuya responsabilidad recae fundamentalmente en el gobierno federal.

Sé que se levantará voces que dirán que ya se le han dado muchos recursos económicos a Chiapas. Les quiero decir que lo primero que nos preguntamos en donde están las cuantiosas inversiones federales que se anunciaron con bombo y platillo los últimos años, somos los propios Chiapanecos.

Por esa razón hoy, ante la presencia del Presidente de la República, con todo respeto, le solicito que gire instrucciones para que se auditen todos los fondos federales que se han enviado los últimos años a Chiapas. Los Chiapanecos queremos saber donde se encuentran esos recursos.

Para nosotros es vital y urgente que el gobierno federal, la iniciativa federal y estatal, los gobiernos de los países amigos y los inversionistas internacionales, en coordinación con el gobierno del estado, procuremos las condiciones necesarias que nos permitan construir una economía de paz en Chiapas.

Igualmente les pido a los diputados y senadores del Congreso de la Unión, a los de aquí y a los de otras entidades, que promuevan la aprobación de un nuevo presupuesto que haga posible la creación de las condiciones que permitan la pacificación de Chiapas. No hay proceso pacificador exitoso que no cuente con una sustancial inversión de paz.

Se requiere en Chiapas y en todo el sureste una visión que integre de manera efectiva a todo el estado y a la región al desarrollo del país, y que haga posible revertir el desbalance económico entre el norte y el sur de México.

En esa tesitura serán necesarias sustanciales inversiones en infraestructura de transporte y de riego, así como modificaciones normativas e institucionales y de políticas de precios y tarifas. Si esa filosofía que anima al Plan de Puebla Panamá, bienvenido sea este plan regional.

Nosotros haremos nuestra parte. La política económica ocupará un espacio fundamental en el programa del nuevo gobierno, junto con la instrumentación de una política social justa. Mejoraremos el nivel de vida de la población y plantearemos metas realistas para atender asuntos cruciales de la vida de Chiapas: el abatimiento de la pobreza,el desempleo y subempleo, y el impulso a la modernización del campo, la industrialización y el crecimiento económico.

Bajo el principio de sustentabilidad haremos una revisión del uso y manejo de los recursos naturales y productivos, lo que permitirá desarrollar proyectos estratégicos que contribuya a generar empleos permanentes. En esta perspectiva, también se aplicarán políticas diferenciales de acuerdo a los tipos de productores, las regiones y sus potencialidades, las condiciones de vida de la gente y el grado de desarrollo de la infraestructura productiva y social.

Revisaremos el esquema de distribución del gasto público y realizaremos los cambios indispensables para hacer que la inversión llegue a los sectores más necesitados. Apoyaremos a los productores Chiapanecos para colocarlos en una posición competitiva en los mercados nacionales e internacionales y promoveremos ya investigación como instrumento para el desarrollo. Tal como lo ofrecimos en campaña, a partir de ya, abriremos una oficina de Comercio Exterior y promoveremos la apertura de oficinas de negocios en distintos países para facilitar nuestras exportaciones.

Pero sin duda, nuestro reto más importante es el desarrollo de una política social que nos permita reducir las desigualdades y la marginación en la que se ha tenido al estado de Chiapas. Debemos construir esa política social con una visión incluyente, respetuosa de las diferencias culturales y sociales, dirigida de manera especial a los sectores de la población tradicionalmente desatendidos: mujeres, indígenas desplazados, niños y niñas en situación de riesgo, jóvenes, personas con capacidades diferentes y adultos mayores.

Nuestra política social descansará fundamentalmente en tres áreas: combate a la pobreza, educación y salud.

Como estrategia central fomentaremos la producción para reducir la pobreza a través del impulso de actividades agropecuarias tradicionales y novedosas, y crearemos fuentes de financiamiento para la comercialización de los productos regionales.

En la educación reconocemos la clave para el desarrollo humano. Promoveremos una instrucción intercultural de respeto y tolerancia y la formación de docentes; mejoraremos la calidad de los servicios y la infraestructura en todos los niveles, crearemos una unidad estatal de planeación educativa, fortaleceremos la educación a distancia y de manera destacada, impulsaremos la participación de la sociedad en las tareas educativas. Desde ahora convoco al magisterio chiapaneco, a los padres de familia, a los investigadores y a la sociedad en general a debatir y diseñar un nuevo modelo educativo, que de respuesta y transforme nuestra dolorosa realidad social.

En materia de salud, extenderemos la cobertura de servicios con criterios de igualdad sin distinciones ni discriminaciones. Desarrollaremos un nuevo modelo de atención, con programas orientados a los sectores más vulnerables, que tendrán dos ejes de acción, por un lado la promoción de la salud y la prevención de enfermedades y por otro, una atención integral a los problemas de salud.

Para que ésta estrategia sea exitosa, debemos mejorar radicalmente la salud de la mujer y reforzar su importante papel en el núcleo familiar y comunitario. Promoveremos sistemas microregionales de salud, en donde la participación conjunta de las instituciones, comunidades y organizaciones civiles permitan evaluar las acciones en esta materia.

Este gobierno invertirá en los seres humanos por que son la riqueza principal del estado. Desde aquí convoco a las comunidades nacional e internacional a apoyarnos en esta tarea, les pido que se sumen a nuestros esfuerzos; hoy más que nunca su solidaridad será bienvenida.

Los ecosistemas más diversos y ricos de la nación mexicana se encuentran en Chiapas; gracias a esta biodiversidad, nuestro estado es considerado como una de las regiones más importantes del planeta.

En los últimos años, el deterioro ambiental por la deforestación los incendios, la erosión del suelo, la contaminación del agua y la destrucción de los ecosistemas se ha acelerado, afectando nuestros recursos naturales, minando nuestro capital natural. Actualmente, incluso las áreas protegidas enfrentan graves problemas que, de no ser solucionados a la brevedad, nos conducirán a un proceso de daño irreversible.

En este contexto, como una acción central de gobierno, elaboraremos y pondremos en marcha el plan maestro de ordenamiento ecológico para el estado de Chiapas, que favorezca la planeación del uso del suelo, la conservación de áreas verdes y la protección de los recursos acuíferos.

Así mismo, implementaremos medidas para la conservación de la biodiversidad y la protección del ambiente en el estado y en las zonas fronterizas: Tabasco, Veracruz, Oaxaca y Guatemala, apoyando la iniciativa de creación del corredor biológico mesoamericano.

Paralelamente, es de vital importancia solucionar los conflictos agrarios en la zonas de mayor relevancia ambiental, regular el uso de combustibles forestales, reforzar las acciones orientadas a estimular las industrias limpias, el manejo eficiente de desechos sólidos, el reciclaje y la agricultura orgánica apoyando la comercialización de sus productos a nivel nacional e internacional.

Atenderemos de manera especial la prevención y mitigación producida por la industria petrolera. Consolidaremos el Sistema Estatal de Áreas Naturales protegidas, incluyendo la activación de mecanismos financieros y fiscales que permitan la retribución de los servicios ambientales y la recuperación y conversión de las áreas degradadas.

Para ello promoveremos campañas de comunicación ambiental, capacitaremos a las comunidades a través de la creación de programas técnicos, brindaremos apoyo a la investigación científica y tecnológica, e instauraremos un sistema de consulta pública para casos de controversia ambiental y sus posibles soluciones.

También impulsaremos la integración de un tribunal ambiental estatal y el establecimiento de mecanismos de participación social que refuercen el cumplimento de la normatividad en la materia, buscaremos la integración de contenidos ambientales en todos los niveles educativos para que, desde las propias comunidades, se promuevan las acciones que protejan y restauren la riqueza natural de todas y todos los Chiapanecos.

Durante mi recorrido por la entidad fueron muchas las voces que se alzaron reclamando que la actual regionalización del estado no responde a sus realidad pluricultural, a sus necesidades de integración económica y social, además de no permitir una adecuada planeación que impulse las fortalezas de nuestro pueblo.

En respuesta, los convoco a aportar su experiencia, conocimientos y propuestas en un debate participativo y democrático, que conduzca a la definición de una nueva regionalización y responda a los nuevos retos de Chiapas, que nos permita orientar las políticas dirigidas al combate contra la pobreza, al fomento de la inversión en recursos productivos y al aprovechamiento de los recursos naturales, humanos y sociales afines a los perfiles particulares de las diferentes regiones.

En este contexto debemos de asumir también la planeación del desarrollo urbano para atender las necesidades de infraestructura, equipamiento y servicios para mejorar la calidad de vida de la población, planear de manera ordenada el crecimiento del territorio y fomentar el desarrollo de las regiones.

No solo trabajaremos hacia el interior de Chiapas, será también una prioridad posicionar favorablemente al estado en la región sur sureste de nuestro país y aprovechar su lugar estratégico como frontera y puerta de entrada y salida hacia centro América, con quién realizaremos esfuerzos conjuntos para impulsar el desarrollo de nuestras economías y encontrar una salida favorable para los problemas que también compartimos.

El 20 de agosto con nuestro voto los Chiapanecos dimos fin al sistema político de dominación que impero en Chiapas durante tantas décadas.

Al cobijo de ese sistema se construyo una estructura social y económica excluyente y autoritaria. Se impusieron reglas que solo eran de cumplimiento obligatorio para los pobres, no para los poderosos. A la sombra de ese sistema político se cometieron infinidad de atropellos y abusos. Se discrimino a los indios violaron derechos humanos. Se permitieron y muchas veces, se promovieron expulsiones. Se inhibió la participación ciudadana y se violentó el derecho al voto. Se maniataron y controlaron los medios de comunicación. Se persiguió y se acabó con la vida de periodistas. En fin, se desarrolló una política autoritaria y represora y se prohijó una cultura de exclusión e intolerancia.

Este gobierno se impondrá como tarea primordial la confección de nuevas reglas de convivencia, hechas por todos para ser respetadas por todos, que nos lleven a la conformación de un verdadero estado de derecho que preserve las facultades del estado y que a su vez resguarde las garantías individuales y los derechos humanos.

El nuevo Gobierno de Chiapas se conducirá con estricto apego a la legalidad y pleno respeto a los derechos humanos; no permitirá que las autoridades y los servidores públicos actúen impunemente, en especial los ligados al sistema de procuración e impartición de justicia.

Nadie impondrá a los demás sus condiciones. No habrá expulsiones de activistas políticos. Promoveremos una nueva cultura ciudadana, caracterizada por la civilidad, el respeto por los diferentes y la aceptación de la diversidad, étnica de género y edad.

Impulsaremos el establecimiento de un acuerdo que tenga como propósito armonizar las relaciones sociales y políticas de la entidad.

Pocos reclamos del pueblo de Chiapas tan intensos y tan frecuentes como los relativos a la administración de justicia. La gente está muy desengañada de lo que ve y de lo que vive en esta materia. La gente se queja, la gente murmura, la gente dice en voz baja y en voz alta que andamos por los suelos cuando se trata de la impartición de justicia en prácticamente todos los niveles.

Aquí no hay más que dos caminos. O hacemos caso a los que se duelen, y hacemos algo, o hacemos caso a los que dicen que no es cierto, y no hacemos nada. Sin embargo, no se trata simplemente de elegir entre el parecer de una mayoría o el criterio de unos cuantos; se trata de dilucidar quién tiene la razón, quién posee más elementos de información y de juicio para que nos convenza de que su creencia es la válida, la de a de veras.

Por nuestra parte no hay duda. Los que sufren injustamente la impartición de justicia son los que hablan con la verdad. De allí que estemos decididos a dar el gran paso para limpiar, de una vez por todas, no la imagen sino la esencia de este sistema tan carcomido por viejos y nuevos vicios.

Si por algo votó por nosotros el pueblo de Chiapas fue por el cambio en esta cuestión principalísima. No vamos a fallar a las grandes expectativas que hemos levantado y por ello anuncio desde ahora, ante esta representación popular, que este campo lo volveremos más limpio, más eficaz, más rápido y más profesional.

La Reforma de la justicia es un clamor que exige redefinir el papel del sistema integral de justicia. Chiapas demanda configurar los principios de un poder judicial receptivo a los cambios sociales, con plena disposición a transparentar su responsabilidad frente a la sociedad y las instituciones democráticas.

Es urgente separar las tareas de impartición y de administración de justicia para garantizar la independencia de los Magistrados y Jueces en el ejercicio de sus funciones, ya que sin independencia plena del poder judicial no hay Estado Constitucional de Derecho.

Para ese efecto, el próximo lunes, enviaré a esta soberanía tres iniciativas de ley para crear: el Consejo de la Judicatura, el Instituto de Estudios Judiciales y la Reglamentación del Fondo para el Mejoramiento de la Administración e Impartición de Justicia, con el objeto de terminar con la discrecionalidad en el manejo de esos recursos.

Se paga el precio de la sangre cuando no se quiere pegar el precio de la razón. Y la razón, en el caso nuestro, indica que el verdadero fundamento de la sana convivencia es la justicia. Lo grave es que cuando permitimos que cada quien se haga justicia a su manera ya es muy difícil retomar esa atribución consustancial al Estado moderno. En Chiapas tenemos años y años permitiendo y a veces alentando y auspiciando este retorcimiento de la justicia, sólo la ley dice en qué consiste y sólo el poder legítimamente establecido la aplica y la hace valer. Dichos principios han de ser irrenunciables para quienes en verdad busquen el imperio del orden duradero en nuestra entidad, un orden que no aplaste, un orden que no perpetúe la injusticia que asoma por todas partes.

No más sangre derramada. Y menos aún sangre derramada de inocentes, de tantos paisanos que con los ojos abiertos o con los ojos cerrados, con válidas razones o con simples pretextos se involucran en hechos de trágico desenlace. Nos duele como nuestra, porque es nuestra, la sangre de cualquier chiapaneco chiapaneca. Empeño mi palabra de hacer hasta lo imposible por evitar que los conflictos continuen originando esos resultados, pero es claro que esto no depende nada más de la voluntad del Ejecutivo. Han de concurrir obligadamente los que de modo directo participan en estas tomas y dacas y los que han venido manipulando las querellas. Si fuéramos ilusos pensaríamos que esta convocatoria por sí sola se abriría paso y que pronto tendríamos mejores niveles de estabilidad política y de tranquilidad social. No lo somos. Por ello acompañaremos nuestras palabras de buena fe con acciones a profundidad que disuadan a los partidarios de la violencia y que convenza a la mayoría de que ésta no es el camino para arreglar los problemas.

Ya sabemos que, como es natural, un bando es el que hasta ahora ha puesto casi siempre los muertos. No queremos que las cosas ocurran ahora al revés, y que el otro bando sea el que haga sus aportaciones. Sinceramente, no queremos más muertos, sean del bando que sean. Nos guía un afán de justicia, no un tonto anhelo revanchista. Con la vida de los paisanos, independientemente de su adscripción política, no se ha de jugar ni se ha de ser irresponsable. No traficaremos con la buena fe de nadie.

Abrimos un espacio amplio, tan amplio como sea necesario para que los inconformes se sienten y sin restricciones discutan sus desavenencias y para que el gobierno, de cara a ellos y luego de escucharlos tome las resoluciones que estime convenientes para ir cerrando esas viejas heridas.

No más sangre. Acteal fue un hecho climático, resumen y síntesis de nuestros enconos, pero no por desgracia el último acto de sangre en Chiapas. Tenemos que dejar atrás esta etapa, llegar a un nuevo tramo de nuestra vida institucional para resolver civilizadamente lo que nos enfrenta, en vez de que la barbarie siga decidiendo por nosotros.

Un genuino reencuentro de la sociedad chiapaneca consigo misma requiere que todos conozcamos la verdad sobre Acteal, El Bosque y las bandas paramilitares.

Vemos con optimismo las nuevas señales que ha enviado el gobierno federal en relación con el proceso de paz. El inicio del reposicionamiento de tropas del Ejercito Mexicano en un signo positivo que abre nuevamente posibilidades para el restablecimiento del diálogo y la negociación entre el EZLN y el gobierno de la República.

Ratifico mi compromiso de que el nuevo gobierno de Chiapas se empeñará en crear condiciones que faciliten la reinstalación de dicho diálogo.

Por tal motivo, deseo anunciar que enviaré para su publicación en el periódico oficial el decreto por el que se abrogan el Consejo y la Comisión Estatales para la remunicipalización de Chiapas. Estos órganos de intermediación política, cuyas decisiones carecen de sustento jurídico, se han convertido en alguno de los principales escollos para el proceso de pacificación del estado.

De la misma manera, reitero la voluntad de dar todos los pasos que sean necesarios y cubrir todos los procedimientos legales para que obtengan su libertad todos los presos de conciencia que se encuentran en las cárceles de la entidad y se cancelen injustas órdenes de aprehensión en contra de líderes sociales. Particularmente, instruyo en este acto al Procurador General de Justicia, para que promueva la constitución e instalación de la Comisión que dictamine sobre la situación de los presos zapatistas, y en su caso, se les conceda el beneficio de la libertad con sentencia suspendida.

No habrá paz verdadera sin justicia en todo y para todos.

Hemos vivido por muchos años en la simulación: decimos que hay ley y que la ley vale, pero en realidad la ley ha valido muy poco o simplemente no hay ley, hay arreglos transitorios que nos permitieron sortear dificultades y pasar de una circunstancia a otra, dejando intactas las causas de nuestros graves conflictos sociales.

Muchos de los que condenaron la guerra del 94 no levantaron jamás su voz para condenar la falsa paz de toda nuestra historia. A la guerra no se va como a un día de campo. Fueron a la guerra los que no hallaron otra salida, los que fueron encañonados por el hambre, el autoritarismo, la desesperación, los que pensaron que así abrirían un camino de reivindicación social para los pobres, los que se cansaron de esperar, de buscar, de gestionar, de promover, y sólo hallaron muros infranqueables a sus anhelos. Fueron a la guerra los que quisieron democracia auténtica, paz de verdad, libertad sin cortapisas, patria que alcance a todos.

Por esos que fueron a la guerra y murieron o sobrevivieron, por los que no fueron a la guerra y murieron años antes del callado dolor del hambre, por los que no irán a la guerra y no querrán morir de lo mismos: por esos estamos aquí, por esos somos gobierno, y para esos, mayoría inocutable, vamos a gobernar a partir de este momento.

Hay ahora más desgarramientos en nuestro ser que hace seis años, tenemos que reconocerlo. Pero sería injusto decir que es por culpa de aquella guerra que alcanzó a los pocos días un alto al fuego. No. La gravedad de nuestras disensiones no viene de ese hecho: viene de una suma de factores entre los que cuentan preponderantemente el incumplimiento del gobierno federal de los Acuerdos de San Andrés y su conducta complaciente y en franca convivencia con las autoridades y grupos de poder estatales orientada a minar las bases de apoyo del zapatismo. ¿Cuál es el resultado de esta conducta pública? ¿Es acaso la terminación de la guerra, o, más aún, la solución del conflicto? No, desde luego no. La guerra de los que aceptaron el cese de hostilidades no podía combatirse con la guerra en la sombra de los que no arriesgaron nada. Tontamente se quiso combatir a las comunidades armadas dando pertrechos de guerra a las comunidades que no habían querido involucrarse en aquellas acciones. El Estado, entonces, se despojo de uno de sus atributos esenciales y permitió o alentó, según el caso, el surgimiento del vandalismo antizapatista. Perdido el monopolio de la fuerza pública cada quien pudo despacharse con la cuchara que halló e impuso sus condiciones o llegó a arreglos al margen de la ley con organizaciones y grupos diversos.

No resolvimos el fondo de la guerra y sí, en cambio, se alentó la discordia social. Las querellas se profundizaron, se hicieron más grandes, más fuertes. Esto es lo que recibimos, esta es la herencia de lo gobernantes que no asumieron su papel y en vez de encarar el origen real del conflicto se fueron por la superficie y creyeron que el mal estaba en los insurrectos y no en las causas reales de la insurrectos y no en las causas reales de la insurrección. Los días que pasan sin solución aceleran el apetito de venganza de los agraviados. Lo sé. Las semanas que se van, los meses, los años: la acumulación del tiempo muerto es un acelerador del impulso sin freno de las comunidades lastimadas. Por eso la tarea de la reconciliación es muy urgente. Nada nos ganaríamos si llegáramos a firmar la paz sobre las ruinas de lo que un día fuimos.

Y porque estamos en el filo de la navaja es que con absoluta responsabilidad de mi papel como gobernador del Estado convoco a todas las fuerza, a todos los grupos sociales, a las organizaciones del m{as diverso signo, a que saquemos las manos de estos estiras y aflojas que tanto daños nos han hecho, para que procedamos a darnos una tregua. Cero conductas al margen de la ley, cero tentaciones de hecerse justiciapor propia voluntad. Nuestra entidad tiene muchos frentes abiertos como para que prosigamos en la tarea de atacarnos unos a otros, de creer ilusamente que a las armas del zapatismo hemos de combatirlas con las armas del antizapatismo.

Y si no encontramos respuesta favorable a nuestra convocatoria, advierto que alcanzaremos nuestro objetivo por otros medios, porque ya no es posible continuar con la erosión de los frágiles equilibrios que aún le quedan al estado y de las reservas, escasas, que aún tienen miles y miles de chiapanecos cansados de exigir justicia.

Si no hay justicia no habrá paz, por más que haya pacificación, una pacificación ruinosa, inestable por naturaleza, efímera por antonomasia, y costosa, costosa en su precio social y hasta en el ámbito de los ejercicios presupuestales. Justicia para que haya paz, una paz que dure, de la que nos sintamos orgullosos, no una pacificación que con un soplo de viento se vaya y de la cual nos avergoncemos. Eso queremos; eso, con todos, haremos: justicia, cimiento y simiente de la paz que tanto nos urge.

Amigas y amigos:

Hoy, ante el pueblo que me eligió, ante el presidente de la República, digo que sabré cumplir mi responsabilidad: la responsabilidad de darle pies a nuestros sueños y sustancia a las palabras. Gobernaré sin avergonzarlos y sin humillarlos, gobernaré sin más afán que servir al bienestar de los más necesitados, gobernaré sin olvidar mi origen, vengo del pueblo y al pueblo voy a consagrarme. Gobernaré con la íntima, con la pública convicción de lo que confiere un sentido superior a nuestra vida es eso que llamamos dignidad, la dignidad que tuvieron nuestros padres para abrirse paso en las difíciles condiciones, la dignidad que con nuestro ejemplo servirá a nuestros hijos para que merezcan esta tierra bella, sufrida, generosa.

Gobernaré con la certidumbre de que no hay soporte duradero de nuestra convivencia si no hay justicia, la justicia establecida en la ley, la ley que no consagra privilegios.

De nosotros, y del respaldo del gobierno de la República depende del sentido que tome nuestra vida. O somos capaces de responder a los problemas de fondo o nos seguiremos hundiendo en la ola de los pequeños cambios pensando que flotamos. Hemos de decidir qué queremos. Si la siembra cotidiana de muertos o la gran siembra de la paz, de la solidaridad auténtica, de la democracia, de la libertad y de la justicia. Si el interminable ajetreo por las presiones de grupos o la puesta en marcha de las grandes acciones que respondan a las viejas exigencias de las fuerzas sociales del estado. Si la artificiosa estabilidad de los pequeños acuerdos o la convivencia sana surgida de los grandes pactos que se asumen con un horizonte de largo plazo. Si la posposición indefinida de nuestras válidas reivindicaciones frente a la Federación a cambio de magros recursos por aquí y por allá, o el arreglo de lo medular a través de compromisos que sean expresión de justicia en el trato que demandamos y merecemos. Eso es lo que hemos de resolver.

Por nuestra parte, no hay duda: queremos justicia para todos y paz que aguante, ansiamos bienestar para esa desnutrida mayoría que un siglo y otro y otro ha vivido en la marginación. Buscamos, no un respiro frente a los agobios, sino una manera de vivir, de estar en el mundo, de convivir con todos y todas, más allá de creencias religiosas o políticas, de estatus social o de cualesquiera otro tipo de consideraciones. Esto es lo que queremos y no es otro nuestro compromiso.

El tiempo apremia. Cuanto sufrimiento se habría ahorrado estos últimos años si se hubiera tenido otra actitud ante las exigencias del EZLN, pero se dejó que la discordia se enquistara, que se metiera en las entrañas de las comunidades. Esto fue a consecuencia de que no se honró la palabra empeñada en los acuerdos de San Andrés por parte del gobierno federal, como una y otra vez lo advertimos. Que se pudra el conflicto, que se olvide, se pensó. Pasaron los años y no hay podredumbre ni hay olvido. El conflicto está allí, vivo, vivo, en todas sus partes e intacto en la memoria renovada de nuestro pueblo. El paso de los años no resuelve un solo problema, y menos un levantamiento de las proporciones que alcanzó el que tuvo lugar el primero de enero de 1994.

Por eso ahora no podemos menos que saludar la disposición, con hechos efectivos, para abrir de nuevo la instancia de la negociación honorable por parte del presidente Vicente Fox. De allí que también saludemos con júbilo la respuesta que para alcanzar una solución pacífica ha dado el EZLN. No ha de haber obstáculo insuperable para que las partes lleguen a sentarse de nuevo a negociar. Asistimos con optimismo a esta nueva etapa que ya se está abriendo, y ante todos afirmo que el gobierno del estado hará cuanto esté en sus manos a fin de favorecer un clima de distensión que contribuya al esfuerzo de las partes para buscar una solución definitiva al conflicto. Nos da mucha alegría que el gobierno federal haya designado como su comisionado a un hombre íntegro, un luchador por la democracia de la jerarquía moral de Don Luis H. Álvarez.

Con la buena fe y la plena disposición de las partes, hoy son distintas las condiciones. Todo depende de lo que el corazón y la cabeza de los hombres resuelvan para que las cosas se compliquen o se simplifiquen, se agraven o se aligeren. Vamos en la ruta correcta. Confiamos en que estas primeras señales serán secundadas por otras nuevas, confiamos en que las partes volverán pronto a sentarse a la mesa, confiamos en que no se levantarán en definitiva hasta darse la mano en vez de darse la espalda. Confiamos a plenitud y sabemos que hoy nuestra esperanza no será burlada, que ya no se alargará interminablemente el sufrimiento de los chiapanecos.

Paisanas y paisanos: Los convoco a marchar unidos hacia la conquista de condiciones de vidas más dignas. Los convoco a que inauguremos con todos y entre todos un nuevo tramo de nuestra historia.

Dejemos atrás el odio y sepultemos el rencor. Venzamos la desesperanza y la amargura.

Vayamos resueltos a construir la casa que heredaremos a las generaciones que están llegando. Una casa limpia, una casa decente, una casa donde halle cabida la dignidad de la mujeres y los hombres que aquí levantan sus sueños y sus ilusiones, una casa sin la sombras de las injusticia, una casa soleada por la risa de nuestros niños, una casa alumbrada por el orgullo, el esfuerzo y el trabajo de nuestros jóvenes y adultos, una casa sosegada por el decoro de nuestros viejos.

Por esa casa que es Chiapas vamos luchar de día y de noche. Trabajaremos con resolución y empeño, con fortaleza y con la entera convicción de que al final todos, reconciliados, saldremos triunfantes.

Este fue el hogar generoso de nuestros padres y abuelos, aquí dijeron su palabra y llevaron la cuenta de sus días y sus afanes, aquí vivieron penalidades y gozos, aquí sus retos, sus cenizas, aquí, bajo la tierra, están nuestros recuerdos y aquí, sobre la tierra que fue de ellos, crecerá nuestro esfuerzo honrado y limpio; lo haremos en su memoria y por el bien de nuestro proyecto.

Diálogo y negociación honorable, palabra empreñada y palabra cumplida. Acuerdos que vayan más allá de nosotros y que le den un nuevo contenido a nuestros valores y principios entrañables. Eso queremos, eso tendremos.

Acabará así la larga noche de nuestros pleitos y nuestras discordias, con nuestro trabajo solidario volverá a brillar el sol de la justicia.

¡Que Viva nuestra esperanza! ¡Que Viva Chiapas! ¡Que viva México! ¡Que Viva Chiapas!

Tuxtla Gutiérrez, Chiapas; diciembre 8 de 2000