MENSAJE DE ACTEAL: LA SEGUNDA MASACRE "Esto realmente no es una seña, es como estamos viviendo. Yo me sentía como muerto cuando perdí mi casa, mis cultivos, cuando tuve que huir con mi familia para vivir ahora como desplazado." Así se expresó, al preparar esta escenificación, uno de los diez mil quinientos desplazados, que desde hace dos años no ha podido retornar a su comunidad de donde fue expulsado, en este municipio de Chenalhó.
Hoy nos hemos tirado todos al suelo en esta tierra de Acteal como hace dos años, cuando las balas y machetes del grupo paramilitar nos atacó. Durante siete horas se ensañaron contra mujeres embarazadas y ancianas, contra hombres y niños que no pudieron esconderse ni huir. Aquí en este mismo lugar derramaron su sangre Alonso Vázquez, nuestro jefe de zona de la comunidad parroquial y Victorio Vázquez, promotor de salud. Murieron cuarenta y cinco indígenas tsotsiles, que ayunaban y oraban para implorar la paz. Fue la primera masacre.
Ahora siguen matándonos de hambre y enfermedad al orillarnos a vivir como desplazados en este campamento de Acteal, en X'oyep, Tzajalchén, Polhó.
Persiste la amenaza de los grupos paramilitares, nos siguen robando nuestros cultivos de café. Los rumores de muerte sobre nuestras comunidades siguen día a día. Esta es la segunda masacre de Acteal que comenzó hace dos años.
De esta tierra sagrada de Acteal han sido tomados nuestros muertos por el Espíritu de Dios Vivo. El sepulcro está vacío. De esta tierra han florecido frutos de solidaridad en los miles de visitantes que hemos recibido, en las cartas de solidaridad, en los proyectos de apoyo comunitarios. De aquí también hemos caminado hacia otras ciudades de México y otros países para levantar nuestra bandera de paz. Esta tierra ha recibido a creyentes de otras religiones, a un Cardenal de la Iglesia Católica y varios de sus Obispos, a escritores, artistas, Premios Nóbel y al pueblo humilde, campesino. Nunca antes en ninguna población indígena acudieron tantos a recibir la fuerza de Vida que trajo la sangre derramada.
Pensaron acabar con nosotros, acallar nuestro grito de justicia y de paz; no han podido hacerlo quienes se ocultan detrás de intereses económicos y políticos. Ni sus discursos oficiales ni propagandas falsas han logrado sepultarnos más después del crimen que aquí cometieron. Testigo mudo de que siguen transitando los carros de guerra es la Columna de la Infamia, que esta mañana hemos rodeado con nuestra procesión.
De esta segunda masacre que hoy vivimos, salen también ramas verdes para cobijar a los que con nosotros quieran cantar: "el Espíritu del Dios de la Vida anima nuestro corazón". Aun con los ataques a nuestros pastores, salen frutos nuevos de nuestro corazón, que camina guiado por quien venció a la muerte y sigue Vivo: el Señor Resucitado.
Nos hemos levantado de la tierra porque nos llama el Espíritu a seguir, porque hay jóvenes entre nosotros que cantan a la libertad en la lengua de nuestros antepasados, mujeres valientes que enfrentan sólo con sus manos a hombres armados, hombres que exigen legalmente la justicia, niños que muestran sus heridas para ser curadas, una organización de la sociedad civil "Las Abejas", que continúa luchando pacíficamente
Al conmemorar hoy la masacre de los 45 mártires de Acteal, del 22 de diciembre de 1997, familiares, sobrevivientes y esta asamblea aquí reunida, denunciamos la segunda masacre de 10 500 desplazados en Chenalhó, hombres, mujeres y niños, que continúa ante los ojos de ustedes, más que como seña, como realidad. Clamamos justicia, queremos la paz. Pedimos libertad, exigimos respeto a nuestros derechos y cultura indígena.
¡Que esta celebración traiga el fuego del Espíritu! ¡Que ardan los corazones aquí presentes!, ¡Que clamen por la paz los creyentes de otras religiones!, ¡Que griten libertad todas las mujeres y hombres solidarios del mundo entero: estudiantes, obreros, campesinos, indígenas, pobres y sufrientes de esta tierra! ¡Que todos entremos a un nuevo milenio de esperanza, por la sangre aquí derramada!
¡ Que vivan los mártires de Acteal ! ¡ Que vivan los desplazados !
¡ Que vivan los que claman por la justicia y la paz !