Correo Ilustrado, La Jornada
Lunes 28 de febrero de 2000

Pide apoyar la obra del obispo Samuel Ruiz

Estimada señora: Aprovecho la ocasión para felicitarla y agradecerle sus servicios al país, a través del trabajo valiente de este diario, que refleja tan audazmente la vida real de nuestro pueblo, y le suplico tuviera la bondad de publicar la siguiente carta:

Quisiera compartir con ustedes una experiencia de Iglesia que acabo de vivir, hace unos días, en la celebración de los 40 años de obispo Samuel Ruiz. Tuve el honor de participar en esta gozosa vivencia eclesial, junto con varios miles de hombres y mujeres que viajaron de muy diversas tierras. Confieso que me siento profundamente conmovido y agradecido de haber podido estar presente.

Conocemos episodios muy tristes de la historia de la Iglesia, lejanos del espíritu evangélico, que se supone debe inspirar toda la vida eclesial. Quizá, en parte, por eso se sienta hoy en diversas partes del mundo cierta decepción respecto de la Iglesia. Es frecuente oír la expresión: "Creo en Dios, pero no en la Iglesia". A todas esas personas decepcionadas, quisiera invitarlas a visitar la Diócesis de San Cristóbal de las Casas, para que pudieran ver -palpar- lo que significa una Iglesia viva, dinámica, sencilla, fraterna, plural, cálida, comprometida con la vida real del pueblo, especialmente de los pobres. Estoy seguro de que su fe en la Iglesia se revitalizaría. Hemos aprendido que la Iglesia es santa y pecadora. De lo segundo, parece que hemos vivido ya demasiado. Con nuestro testimonio de vida tan pobre, evangélicamente, hemos obscurecido y aun falseado el verdadero rostro de Dios, que es padre bondadoso, paciente, misericordioso. Por eso nos impacta con tanta fuerza palpar y respirar el ambiente de una Iglesia santa.

En esta diócesis se aprendió a lo largo de años a escuchar a los indígenas, a darles su lugar, en la dignidad de personas, en su calidad de hijos de Dios. Se les reconoció su papel de agentes responsables, de sujetos capaces y activos en la construcción de la nueva comunidad que buscamos construir. Y el resultado ha sido que la sabiduría de ellos, de sus culturas ancestrales, ha enriquecido el alma y la visión toda de la comunidad eclesial. ¡Magnífico ejemplo para todo el país! (Me permito recomendar, a este respecto, la lectura del excelente artículo del doctor Pablo Latapí Sarre, La iglesia indígena de don Samuel, aparecido en la revista Proceso del pasado 30 de enero. Felicito y agradezco al doctor Latapí por este inspirador trabajo).

Los miles de participantes agradecimos a Dios su obra en esta gran comunidad. Pudimos constatar que el espíritu del señor trabaja en quienes no se lo impiden. Paciente, constantemente, va moldeando los corazones de sus hijos y formando y re-formando la comunidad.

Es de veras impresionante descubrir lo que significa una verdadera Iglesia autóctona, donde los catequistas, ministros de la palabra, prediáconos, diáconos son, no ya gente venida de fuera, sino hombres de los mismos pueblos indígenas, es decir, de la misma raza y cultura, con las enormes ventajas que esto conlleva para las tareas que la evangelización inculturada exige.

Resulta, por todo esto, casi increíble que una Iglesia así, tan inspiradora, comprometida con la vida de los pobres, que son indígenas, pueda ser puesta bajo sospecha, criticada y aun combatida.

¿A quién se debe la consolidación de esta diócesis? ¿Quién ha sido el inspirador de la vida y organización de esta gran comunidad eclesial? ¿A quién le debemos este ejemplo de liderazgo moderno, profundamente evangélico, capaz de convocar a tantas personas que buscan el fortalecimiento de su fe en el apoyo de una comunidad viva, que refleja con tanta claridad el rostro de Jesucristo? Nada menos que a don Samuel Ruiz, el obispo teólogo, sencillo, cercano, valiente (sabemos lo que ha sufrido por ataques innumerables, consecuencia de su lucha en la defensa de los derechos de los pobres de su diócesis) y, sobre todo, con un corazón de auténtico pastor, compasivo, que sabe dar la vida por su pueblo.

Bendigo al señor, con la Diócesis de San Cristóbal y con sus amigos, por habernos dado a un obispo así, e invito a todos a apoyar la continuación de la gran obra de don Samuel.

Muchas gracias
Mario López Barrio, S.I.
Provincial