Correo Ilustrado en el Periódico La Jornada, México Martes 18 de enero de 2000

Obispo de Brasil, indignado por el caso Chiapas

Señora directora: En relación con el cambio de fray Raúl Vera López a la diócesis de Saltillo y de los 40 años de servicio pastoral de Samuel Ruiz, actual obispo de San Cistóbal de Las Casas, don Pedro Casaldáliga, obispo de Sao Felix do Araguala, MT Brasil y co presidente del Secretariado Internacional Cristiano de Solidaridad con los Pueblos de América Latina, Oscar A. Romero, nos ha hecho llegar la siguiente carta, esperando pueda ser publicada en la sección de El Correo Ilustrado de La Jornada.

A la iglesia de San Cristóbal de Las Casas y a todo el pueblo hermano de Chiapas, la fuerza, la paz y la libertad del Dios de la vida y un abrazo de total comunión.

Por muchos motivos yo debería estar ahí con ustedes, celebrando sus luchas y su esperanza, que son también nuestras, porque esa iglesia y ese pueblo han sido levantados como una luz de liberación sobre el candelero de la historia amerindia y eclesial de nuestra América.

Más motivos para estar con ustedes, porque la hora es de prueba y de desafío.

Siéntanme de todos modos presente ahí, con toda nuestra pequeña iglesia de Sao Félix do Araguala y con otras muchas iglesias y pueblos indígenas empeñados en esas mismas causas suyas, que son, en última instancia, la gran causa del reino.

¡Feliz la iglesia de San Cristóbal de las Casas, sellada con la persecución y el martirio, profetisa de la inculturación, pionera en la ministerialidad compartida, coherentemente dedicada a los pobres del evangelio!

Millones en América, en el mundo, soñábamos con que Tatic Samuel pudiera cantar agradecido, no tanto su despedida de la diócesis, cuanto la transmisión, madura y esperanzada de un verdadero patrimonio de historia, de profecía, de evangelio.

Confiábamos que don Raúl sería el legítimo sucesor de don Samuel y un sucesor más del gran patriarca dominico Bartolomé de Las Casas. Los elogios, los compromisos y las preocupaciones que la declaración de la nunciatura expresa tendrían en don Raúl la respuesta más connatural, ya confirmada en los cuatro años de ministerio con que viene acompañando a Tatic Samuel.

Respeto la humildad y la discreción extremas de don Samuel y de don Raúl y la sufrida conformidad de los agentes de pastoral de la diócesis, pero en conciencia debo manifestar públicamente mi profunda decepción y mi indignación fraterna. Por amor a la Iglesia, por amor a la causa indígena, por corresponsabilidad eclesial y latinoamericana, por la grave situación que hace años vive la diócesis y todo el pueblo de Chiapas, porque esta decisión unilateral puede equivaler a una nueva carta blanca para la represión, las calumnias y mayores sufrimientos para esa iglesia y para sus pobres, que son indígenas en la inmensa mayoría.

Ese encuentro teológico pastoral habrá de enfocar ahora con nuevo realismo los desafíos del tercer milenio a partir del Vaticano II, que en nuestra América se concretizó sobre todo en Medellín y en Puebla, y a partir de la iglesia que somos y del neoliberalismo que nos oprime. El evangelio de Jesús también ha de ser buena noticia en esta hora crucial.

Seguiremos muy unidos, más que nunca. Es tiempo de Jubileo. Creemos en el verdadero Jubileo definitivo que proclamó Jesús, en su aldea de Nazaret, como buena nueva a los pobres, como liberación de los oprimidos, como tiempo de gracia para toda la humanidad, una y fraterna, en el corazón de Dios.

Al querido Tatic Samuel, al hermano Raúl, a toda esa iglesia y pueblo de Chiapas y a todas las hermanas y hermanos que se han congregado ahí en esta hora histórica, un entrañable abrazo en la ternura y en la fuerza del resucitado Jesús.

Atentamente

Pedro Casaldáliga,
obispo de Sao Félix do Araguala, Mato Grosso, Brasil,
enero de 2000, tiempo de Jubileo