Boletín Mexicano de La Crisis. Núm. 209.
Del 8 al 14 de enero del 2000

Chiapas: el Papa, a favor de la contra.

Al remover de la Diócesis de San Cristóbal al obispo Raúl Vera, ligado con la Teología de la Liberación y con la opción de los pobres, el pontífice da su visto bueno a la represión en contra de los indígenas. Con la remoción a Saltillo del obispo Raúl Vera, de la Diócesis de San Cristóbal, el Vaticano se metió de llenó al conflicto de Chiapas, pero en favor del gobierno mexicano y el PRI.

Al cambiar a sacerdotes comprometidos con los intereses de los indígenas y la negociación de paz para evitar la imposición de una solución militarista, el Papa Juan Pablo II se sumó a la lógica del gobernador Roberto Albores Guillén: la negociación de una paz que beneficie al PRI y derrote las protestas zapatistas.

De tal manera la jerarquía católica, con el cardenal Norberto Rivera a la cabeza, se alió con el PRI y su candidato, Francisco Labastida Ochoa y, por consiguiente, la negociación de la paz en Chiapas entró en una zona de incertidumbre.

Ahora, los representantes de la Iglesia Católica mexicana y el PRI influirán sin duda alguna para instalar en San Cristóbal a un personaje más afín con los intereses del presidente Ernesto Zedillo y del candidato oficial.

Para el historiador Andrés Aubry será fácil quebrar las opciones que oficializó Samuel Ruiz en la Diócesis de Chiapas.

No cabe duda, agrega, que la facción catequista del PRI, en colusión con paramilitares, provocó la remoción de Raúl Vera.

Responsable del Archivo Histórico Diocesano, analista de temas religiosos, pronostica una situación frágil en el sureste del país con la ausencia de don Samuel Ruiz. Al respecto, pregunta: "¿Quién dudará que la paz en Chiapas depende del giro que tome la sucesión episcopal?".

Luis Hernández Navarro, analista político, considera por su parte que la remoción de Raúl Vera como obispo coadjutor de San Cristóbal representa un jaque al rey, en el proceso de paz en Chiapas y a la función de mediación social que desempeña la diócesis en la región.

El triunfo de la jerarquía católica conservadora, advierte, obligará a una parte muy importante de los agentes de la diócesis comprometidos con la opción preferencial por los pobres a pasar a la resistencia, y la función "amortiguadora" y humanizante que desempeñan tendrá grandes dificultades para sobrevivir.

Bernardo Barranco, especialista en temas religiosos, afirma que los líderes políticos se acercan a la Iglesia católica para capitalizar posibles votos, y quizá desean su neutralidad en caso de controversia electoral, mientras que la Jerarquía católica aprovecha el momento electoral para acrecentar su presencia en las esferas políticas y obtener mayores concesiones.

Presidente del Centro de Estudios de las Religiones de México, autor de los libros Más allá del Carisma, análisis de la segunda visita del Papa a México, La geopolítica del Vaticano en México, El pensamiento político de la acción católica mexicana y Para entender la Iglesia Mexicana, de próxima aparición, sostiene que la Iglesia Católica, como estructura tiene un peso cultural y social importante y, por tanto, le interesa acercarse a los políticos y al poder.

El obispo incómodo

Removido de la diócesis de San Cristóbal de las Casas, Chiapas, a la de Coahuila por el Papa Juan Pablo II, Raúl Vera López, el obispo incómodo, afirma que la Iglesia está preparada para el cambio político en México y desea llevar una vida libre de tutelares, "puesto que como a menores de edad se nos ha mantenido en el aspecto político dentro del caciquismo del que ha adolecido por años nuestro país".

En Chiapas, dice a La Crisis, se da en la práctica una solución militar al conflicto, haciendo a un lado la solución a problemas sociales integralmente visualizados. Estoy preocupado por la situación que se vive en ese estado, porque la paz en la entidad significa la paz en México.

Vera López se niega a opinar sobre la polémica generada por su transferencia y el posible sucesor del obispo Samuel Ruiz en la diócesis de San Cristóbal de las Casas, luego de que éste cumplió el 2 de noviembre 75 años, edad límite para ocupar ese cargo. Sin embargo, dice que va "con gusto a Saltillo a servir a los feligreses".

Recién llegado de Roma, donde se entrevistó con Juan Pablo II, Vera dice que le expuso al Papa su visión sobre la situación en Chiapas, de lo que calificó como una franca y abierta persecución a la Iglesia en ese estado del sureste mexicano por parte de los grupos paramilitares, y sobre la matanza de Acteal a finales de 1977.

"Soy un pastor, y mi corazón seguirá orando y continuará dentro de lo que me corresponda como obispo de la Iglesia de México. Y en la medida en que mis responsabilidades me lo permitan, proseguiré velando por la paz en esa zona, lo que dará paz al país".

Agrega: "He obedecido de todo corazón al santo padre porque él es mi superior. Pero también Juan Pablo sabe, como pastor, que este obispo se lleva en el corazón muy grandes preocupaciones por esa diócesis y hasta donde el Señor me lo permita en mi corazón, también preocupado por las iglesias y sobre todo por México".

Dice que no se desatenderá de lo que suceda en Chiapas, principalmente por el cariño que siente por los indígenas, "quienes me han enseñado mucho de su fe, de su amor, de su espiritualidad y de su cultura".

Don Samuel, el maestro

Comenta que su trabajo con Samuel Ruiz fue una experiencia sumamente gratificante, porque significó estar al lado de una "gran persona, quien representa a una Iglesia madura".

Vera López considera que Chiapas empezó a entrar en crisis con la caída de los precios del café, y siguió "con las modificaciones que se hicieron para tratar de globalizar una economía que ha dejado a los países pobres en grandes desventajas".

- ¿Qué espera el clero de los próximos gobernantes?

- No tengo la voz de toda la Iglesia ni me siento en capacidad de representarla en su totalidad, pero desde mi calidad de hombre de Iglesia deseo se tenga una gran sensibilidad hacia el proceso de deterioro que padece nuestro pueblo y un viraje profundo de las políticas económicas que tienen en constante angustia a un altísimo porcentaje de los mexicanos.

"Es urgente frenar la militarización de las instituciones civiles del país y acabar, definitivamente, con el monopartidismo y todas sus consecuencias.

Es necesario abrir en el país espacios de verdadera participación ciudadana, en donde a la sociedad civil que se organiza no se le vea como una amenaza a un sistema monolítico asfixiante, contrario al espíritu democrático".

Por una solución negociada

Sobre el conflicto en Chiapas, señala que la Iglesia espera que se continúe buscando una solución negociada, respetando los acuerdos de San Andrés, porque éstos representan una solución integral a los problemas sociales que dieron origen al levantamiento armado del 1 de enero de 1994.

Considera asimismo que es imprescindible fortalecer las instancias civiles y de servicios de la comunidad social en México pues ante la efervescencia social provocada por programas económicos poco equitativos del gobierno se crea una fuerza represiva en contra de la población civil.

Es alarmante, añade, el grado de desarticulación que se provoca en la sociedad con este tipo de estrategias, pues incluso se apoya a grupos paramilitares tocados de ideologías fascistas para desarticular cualquier intento de responder, por parte de la sociedad civil, a los resultados de la crisis.

Señala la necesidad de fomentar el respeto a los pueblos y comunidades indígenas, que reclaman ser gestores de su propia organización y desarrollo y piden su reconocimiento corno lo que son: verdaderos pueblos, que sin salir del concierto de la nación mexicana sean respetados y valorados en toda su integridad cultural con capacidad para gobernarse y poseer su propia normatividad en relación con la impartición de justicia.

Hasta ahora, dice, hemos tenido sojuzgados a estos pueblos a nuestros esquemas culturales mestizos.

"Es necesario desterrar del corazón de los mexicanos los vicios que ha generado el monopartidismo en el país, como por ejemplo la falta de respeto al voto popular, la inducción y manipulación del voto, el poco respeto a la división de los tres poderes, el que quienes accedan a un cargo de servicio público gobiernen sólo para los del propio partido político. Es necesario, por tanto, separar las instituciones de servicio y coordinación del Estado de lo que es un partido político propiamente dicho", agrega.

Para el obispo Raúl Vera López, "falta cultura política, noción de lo que es gobernar para un pueblo sin recurrir a mecanismos inmorales como la manipulación e inducción del voto. Desgraciadamente, advierte, hay un factor que es el que más nos ha afectado, la raíz misma de la corrupción: pelear un puesto público por los dividendos materiales que representa, y digo que es el factor más dañino para nuestro pueblo, porque eso ha creado políticos separados totalmente del dolor y del sufrimiento de los pobres.

"Los problemas y miserias de los desposeídos se tratan desde la frialdad de los escritorios y pasan a ser sólo la materia que justifica a una burocracia muy bien remunerada".

El otro pecado

El obispo Raúl Vera afirma que, en México, el abstencionismo es efecto de otro pecado más grave: el fraude del voto. "Este es el pecado original que va ligado con la manera en que un partido ha actuado mientras ha estado en el poder, como también las vías que se siguen para proponer los candidatos, muchas veces no por méritos o buena fama de las personas, sino por favoritismo y compadrazgos. De esta manera, se recurre al fraude para imponer a sus candidatos".

Los desprotegidos

Por su parte, Arturo Lona Reyes, obispo de la diócesis de Tehuantepec, Oaxaca, advierte que con la remoción a Saltillo de Raúl Vera López, obispo coadjutor de la diócesis de San Cristóbal, los indígenas chiapanecos quedarán más desprotegidos y aumentará el riesgo de que las fuerzas armadas penetren a las zonas de las bases zapatistas.

Explica en tal sentido: "Los indios de Chiapas necesitan una atención pastoral adecuada, pues ven en la Iglesia un aliento de fe y esperanza para resolver los problemas de pobreza y marginación de aquella región".

Entrevistado por La Crisis, el obispo de Oaxaca, que presentará su renuncia al cargo a fines del año 2000 y cuya despedida se prepara a partir de marzo, recordó que en días pasados escribió una carta al presidente de la Conferencia del Episcopado Mexicano, Luis Morales Reyes, en la cual le expresa que la salida de Vera López de Chiapas sería vista como un desconocimiento a la acción pastoral y una invitación a los poderes políticos a intensificar la represión a las comunidades indígenas y a la persecución que ya vive la Iglesia.

Cuestionó también el discurso gubernamental que proclama a los cuatro vientos que todo va bien, cuando millones de mexicanos se debaten entre la pobreza, el hambre y la muerte, y consideró que el "pecado más grave" es la distribución desigual de la riqueza.

Así, la asunción de Raúl Vera López como obispo de la diócesis de Saltillo, que comprende la mayor parte del territorio coahuilense, podría realizarse en un plazo de 85 días.

Por decisión del Papa Juan Pablo II, Vera López sustituirá en el cargo a Francisco Villalobos Padilla, quien en 1997, al cumplir 75 años de edad, presentó su renuncia ante el Vaticano como titular de la diócesis local, la cual asumió desde 1975.